RESEÑA CRÍTICA

(...) En tiempos en que el dibujo parece ser una disciplina devaluada resulta refrescante encontrar artistas que sí apuestan a él. Como escribió el mismo artista en su catálogo:

“Desde mi punto de vista, el dibujo quizás sea la actividad que más se acerca a la acción del ciego cuando con su mano recorre un objeto para reconocer su forma, sólo que en el dibujo esa operación deriva en un pensamiento, y ese pensamiento es el dibujo”.

Cuando la tecnología nos inunda con las autofotos, las “selfies”, y estos retratos inundan las redes como carta de presentación, O’Connor prefiere presentarse con un autorretrato hecho a mano igual a los personajes que retrató a modo de homenaje. Y como David frente a Goliat, pero no con una piedra sino con una carbonilla, se enfrenta a la tecnología y le gana por lejos ya que es capaz de dejar aflorar detrás de los retratados algo más difícil que seguir sólo las líneas que forman los rostros, que es apropiarse un poco de sus almas y dejar que el espectador se acerque a ellas a través de sus miradas.

Nanu Zalazar

Columnista de artes plásticas - La Gaceta Mercantil